Por: Samuel Whelpley
Cuando leía el delgado volumen Paisaje suspendido (2022) de Jannet Weeber Brunal, bellamente editado por Ediciones de la Isla de Siltolá, de Sevilla, recordaba una frase que está en las Cartas a un joven poeta de Rainer Rilke: “huya de los temas trillados, donde hay tantas cosas buenas que hacen difícil destacar entre tantos autores. Hable de lo que ve, de los sentimientos que le produce, de aquello que salga de su corazón”. Jannet lo hace.
Este libro es un registro de imágenes, dividido en dos partes. En la primera, La Urbe, se dibuja el contraste entre la ciudad y el campo, y como este último pervive entre las rocas y la modernidad:
en alguna parte
un cuerpo se resiste
y rasga los bordes;
una inofensiva ardilla observa,
se asombra
se da a la fuga”
Nacida en Montería, residente en Alemania, flaneur incansable, Jannet nos regala visiones que dan lugar a la interpretación: Así es posible percibir la tragedia, en algunos poemas que recuerdan por momentos la poesía de José Emilio Pacheco:
Una bicicleta descansa impasible
en las cristalinas y heladas aguas
del Limago;
es invierno
y la vida
ya no andará sobre ruedas.
O un futuro que no se conoce:
La ciudad es ahora un círculo
que se sostiene en la quietud del amanecer,
un paisaje suspendido
donde incesante
deviene la palabra,
se asienta
y tiene lugar.
(Paisaje suspendido)
Si la poesía es en mucha sugerencia, las imágenes poéticas brindadas por Jannet son sugerentes. Parece decirnos que debajo de una urbe fría y helada en apariencia, la vida con todas sus complejidades resuena. La vida pese a sus complejidades civilizatorias pervive, y está en lo básico:
luego,
la palabra rota
la claudicación del signo.
La urbe alcanza alturas míticas, el paseante que mira, busca entre la multitud a aquel que brinde una respuesta de compañía:
Entre la muchedumbre del mercado,
un ávido rostro parpadea
en busca de lo más elemental;
No hay respuestas absolutas, a diferencias de ciertos poetas que buscan cerrar el poema, a través de versos memorables, Jannet huye de eso. Los poemas son abiertos sujetos a interpretaciones diversas y hasta contrarias.
La segunda parte titulada Lo Natural, es en esencia vitalista, pero está enlazada con la primera, donde la complejidad de la vida resuena, a través de un canto a las estaciones, al paisaje y la vida que surge:
escuchar sobre los abetos
el latido de la montaña,
escoger un punto en el horizonte,
ver, sin embargo,
más allá de todo resplandor.
Poemas que son una invitación al silencio, a la reflexión y a la responsabilidad del ser humano frente a la naturaleza, la casa de todos:
El horizonte que germina en mi palabra
es esta casa
donde permanezco.
Una colección de poemas, donde la ciudad y la naturaleza se funden, e invitan a escuchar y reflexionar por encima del ruido de la época. Parafraseando mal a Aurelio Arturo, Jannet nos recuerda que “la naturaleza, los paisajes que uno tras otro son la vida”. Un ejercicio poético notable.
Ficha: Paisaje suspendido, Jannet Weeber Brunal. Ediciones de la Isla de Siltolá, 2022