Por: Darío Rodríguez
‘Borges, libros y lecturas’- Ediciones Biblioteca Nacional Mariano Moreno – Buenos Aires – 2017.
¿Cómo leía Borges? Es muy difícil dar una respuesta simple a esta pregunta que nos llevaría, de lograrlo, a saber cuáles eran sus métodos de escritura, pues resulta casi obvio afirmar que si Borges llegó a ser un gran escritor, la lectura y la intercomunicación entre ella y lo que creaba fueron su arma principal.
‘Borges, libros y lecturas’, catálogo de apuntes y subrayados hechos por Borges antes y después de perder la visión, es una poderosa aproximación a responder el interrogante que abre esta nota. Quien lo coteje con serenidad y paciencia, dignas del autor de ‘El Aleph’, encontrará primero, por supuesto, a un Borges exquisito al momento de elegir lo que leía (muchas veces se inclinaba, por ejemplo, hacia la belleza formal del volumen o a cierta rigurosidad en las traducciones). Después notará – no sin sorpresas; y este libro abunda en ellas – que citas o referencias brindadas durante cincuenta años en poemas, cuentos, ensayos o entrevistas, nacieron de haberse detenido una tarde o un extenso momento en frases, versos u opiniones breves de estas lecturas amadas. Asombra, para ofrecer aquí una prueba de esta lectura intensiva que se transformaba después en literatura borgeana, cómo una levísima mención del “mono de Dios” formulada por Carl G. Jung en ‘Psicología y alquimia’ resurge, años después de haber sido cazada, en el ensayo ‘Kafka y sus precursores’, plena de complejidad y significados tal vez ni siquiera presumidos por el mismo Jung.
Borges nunca les pasaba lápices ni bolígrafos a los renglones que llamaban su atención. De hecho, su respeto hacia el libro como objeto se ve en los modestos apuntes que tomaba no dentro del cuerpo del libro sino en sus hojas finales, siempre con absoluta humildad. Poco dado a las notas de trabajo, ni siquiera antes de 1955, cuando su ceguera se hizo definitiva, Borges podía durar maquinando y elaborando sus textos amparado sólo en su prodigiosa memoria. A la cual le incluyó las citas o frases halladas en los libros que lo acompañaron.
El origen de este catálogo es cercano a una narración escrita o dictada por Borges. En el estudio introductorio nos enteramos del gran desprendimiento del autor argentino, quien no dudó en donar las tres cuartas partes de su biblioteca personal (que no sobrepasó, aunque suene increíble, los dos mil libros; Borges no era bibliómano) a la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, de la que fuera director en alguna época. Durante treinta años esos libros formaron parte de la colección bibliotecaria hasta que Laura Rosato y Germán Álvarez, bibliotecólogos y fanáticos de lo borgeano, comenzaron a notar que al final de casi mil quinientos volúmenes, se encontraban los apuntes del escritor o de su madre, Leonor Acevedo. Las conexiones de los subrayados y las pequeñas anotaciones con la vasta obra de Borges no se hicieron esperar. El resultado, tras una labor de siete años inspeccionando libro a libro, es este catálogo que retrata al Borges lector y, así mismo, al modo peculiar en que conectaba diversas literaturas del pasado y del presente que le correspondió vivir.
La admiración que inspira Borges aumenta al leer estas páginas escritas por otros que él observó y estudió con devota disciplina.
Darío Rodríguez
Darío Rodríguez estudió filosofía en la USTA. Sus dos últimos libros son MINUCIAS, publicado por Editorial Universidad de Antioquia, y la compilación POESÍA COLOMBIANA, ensayos de Darío Jaramillo Agudelo, publicada por Fondo de Cultura Económica Colombia. Ambos volúmenes fueron publicados en 2023.