Por Jesús Ovallos
Publicado originalmente en el año 2016 por Caballo de Troya en España y reeditado para Hispanoamérica por Random House, El estado natural de las cosas, del español Alejandro Morellón, se hizo merecedor en 2017 al Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez, el más importante en lengua española para este género.
Dividido en tres partes, dos secciones que constan de tres relatos cortos cada una, y una sección intermedia que puede llegar a considerarse una mini novela, El Estado natural de las cosas nos presenta un mundo dominado por el absurdo, al mejor estilo kafkiano, en el que los personajes están tan habituados al sinsentido que prefieren convivir con él en lugar de cuestionarlo y enfrentarlo.
Dentro de las historias que componen el libro, se encuentran la de una congregación que se prepara para la llegada anual de un huracán ofreciéndole tributos; la de un vecindario que, en medio de un conflicto bélico, se queja por la imparable y estruendosa risa de una de las vecinas; la historia de un hombre decidido a aceptar la oferta de quince mil euros por una de sus manos. También se encontrará con las historias de una muchacha que comienza a ser seguida por una sombra que parece tener vida propia, así como la de otra mujer que se enfrenta a una posible infidelidad de su pareja; y en el último cuento se hallará un hombre que comienza a lidiar con la hinchazón de uno de sus testículos, con el cual su esposa parece haberse encariñado. En el intermedi se encuentra el relato que da el nombre al libro, El estado natural de las cosas, una petit-nouvele en la que un hombre empieza a experimentar la gravedad de forma inversa, por lo que termina viviendo cabeza abajo pegado del techo de su casa, que termina acondicionándose para el nuevo modo de vida de su protagonista.
Además del hecho de que ninguno de los personajes cuestione la absurda situación a la que se ven abocados, un elemento recurrente es la presencia de un enigmático nombre que a lo largo de la historia va cambiando de significado: Ehio. Ehio aparece como un elemento juguetón que Morellón ha asignado a objetos tan disímiles como una droga, una iguana o una persona, y cada vez que aparece arbitrariamente en esta sucesión de absurdos nos vuelve a sumergir en el universo narrativo, como para recordarnos que no podemos escapar de la cadena de sinsentidos.
La maestría narrativa de Morellón queda en evidencia con el paso de las páginas, pues pocos autores son capaces de imbuir tan satisfactoriamente el humor en historias en las que la tragedia y el drama dominan el paisaje. La presencia del eficaz y sofisticado humor negro del autor, pone en jaque las concepciones estéticas y morales de los lectores, quienes dudarán de la pertinencia de la risa en algunos apartes del libro, y se enfrentarán a ese dilema de reír o no de la tragedia ajena, poniendo sobre la mesa el hecho de que toda comedia es realmente una desgracia para su protagonista.
Uno de los elementos más notables del libro es la naturalidad de su lenguaje. Alejandro Morellón sabe que el rol del narrador está implícito en el nombre del oficio. Por ello el lector no se topará con artificios innecesarios o un vocabulario estrafalario que pueda distraerle de lo verdaderamente importante: la historia que se cuenta. Y es muy notable que, a pesar de lo prolijo de la narración, en ningún momento se afecte la intención estética, que va mucho más allá de pretender sensibilizar al lector a fuerza de sobreadjetivar las situaciones o de recurrir a sentimentalismos perjudiciales. La estética de Morellon no rinde frutos exclusivamente por su narración, sino que nos deleita con chispazos de genialidad a la hora de crear imágenes y escenas memorables dignas del oficio poético.
Con la edición por parte de Random House de El Estado Natural de las Cosas, Alejandro Morellón dio el salto transatlántico para darse a conocer como una de las voces literarias a tener cuenta en Latinoamérica, y el Premio García Márquez lo posicionó como uno de los nombres más promisorios de la literatura hispánica. Nacido en 1985 en Madrid pero criado en Palma de Mallorca, Alejandro Morellón ya había recibido en 2010 la beca de la Fundación Antonio Gala, y publicado en 2013 el libro de relatos La noche en que caemos antes de lanzar El Estado Natural de las Cosas, el libro que lo puso en el radar de los lectores del mundo.
Es difícil terminar de leer El estado Natural de las cosas y no preguntarse cómo actuaría cada uno de nosotros en los casos planteados, pues el libro tiene esa capacidad característica de la buena literatura de conmover y hacer que el cuento siga viviendo en el corazón del lector y hacerlo sentir la angustia de sus personajes. Al final de su lectura queda esa sensación inquietante, de que el estado natural de las cosas, de cualquier tipo de cosas, es el caos mismo.
Una respuesta
que gran trabajo ! maravilloso