Por Paulina Báez
Es un libro que junta el dolor y la poesía. Para leerlo hay que apartar la mirada fría con la que se suele ver al conflicto armado en Colombia. Las masacres, el desplazamiento, la desaparición forzada, los asesinatos, las torturas, las violaciones, las amenazas, la humillación y otros vejámenes obedecen a prácticas repugnantes de la guerra en Colombia. Para nadie es un secreto que durante las últimas décadas, las noticias sobre el conflicto abundan. Abundan tanto, que mucha gente terminó por acostumbrarse. Por no detenerse en ellas. Pero hay quienes no pueden esquivar la mirada porque la infamia de la guerra dejó rastros en sus vidas.
Esto funda el tema principal de Crónicas del Paraíso, una compilación de crónicas escritas por Patricia Nieto, periodista y directora del proyecto Hacemos Memoria de la Universidad de Antioquia. El libro reúne dos de sus libros publicados hace más de una década: Llanto en el paraíso y Los escogidos, además de otras crónicas selectas.
Patricia Nieto inicia el libro con una demoledora carta a las víctimas del conflicto. Los datos que ella arroja en ese apartado le permiten al lector inferir que su familia también ha sido atravesada por el doloroso desarraigo de la tierra como resultado de la guerra. Ellos al igual que tú, perdieron el paraíso, dice al comenzar uno de sus párrafos.
A continuación, aparece el retrato de un pueblo magullado por la violencia. Se trata Caicedo, relato que va atando a otras historias como la de una mujer a la que le asesinan al hombre que ama y de lo cual no puede reponerse. Nunca.
En las siguientes páginas uno puede leer la pobreza, la violencia y el futuro inhóspito en el rostro de mujer. Se trata de un texto escrito en primera persona en la que se presenta un memorial de agravios en la vida de una mujer con origen campesino.
Ante tanto dolor, el lector para y toma aliento para seguir leyendo como la guerra se ensaña con unos más que con otros. A veces, salir de la tierra amada no es suficiente porque ella las persigue a todos lados. Como una plaga. Es capaz de cruzar ríos y atravesar avenidas. A algunas personas las acorrala tanto en el campo como en la ciudad. Parece imposible zafarse de ella.
Los escogidos está escrito con una prosa exquisita. Pone en evidencia la disciplina y la pluma curtida de la escritora. La versión que ella hace sobre lo que ha visto le deja claro al lector que ese mar de dolor que ha escuchado de boca de quienes entrevista, que ha visto en los rostros de aquellos con quienes conversa, también la moja. No disimula. Escribe desde su mirada filosa sobre el dolor ajeno y, a veces, el propio.
En adelante, aparecen crónicas selectas. Uno se topa con la cotidianidad de un fin de semana de quienes viven en los barrios precarios de Medellín. Con las aspiraciones de una muchacha pobre. Con un puñado de mujeres que le hicieron la guerra al hambre con una huerta agroecológica. Con un cuerpo menospreciado y abandonado por días después de ser asesinado. Con las memorias de un sacerdote que sobrevivió a una masacre. Con un proyecto comunitario desleído. Con una cancha de fútbol en la cima de una montaña y con una especie de estampas con las que Patricia cierra el libro.
En síntesis, el texto ilustra crudamente los resquicios de la guerra en la vida de las personas y otras desventuras. El dolor de una infidelidad. El horror de una violación. De personas dolientes por la violencia y además, maniatadas a la pobreza. Es un libro necesario.
*Trabajadora Social nacida en Soatá, Boyacá, Colombia. Actualmente cursa una maestría en problemáticas sociales de infancia y juventud en la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Ha participado en algunos talleres de literatura con el Instituto Distrital para las Artes en Bogotá. Colaboró con la revista Casapaís en la edición cada árbol un cuerpo de diciembre de 2022, participó en el ficcionario colombiano de Radio Nacional de Colombia en diciembre 2021 y actualmente participa en el fanzine Patescaut de Bogotá.