Reseña sobre No a mucha gente le gusta esta tranquilidad
Cuentos en los que aparentemente no ocurre nada. Una sospechosa tranquilidad rodea la tensión. Un joven llega a instalar la conexión de Internet a un anciano, cuya casa está sucia y desprolija como él. Parece un ambiente doméstico, común, de un hombre jubilado que vive solo. Empiezan a hablar y nos vamos enterando que el viejo es viudo y su esposa era cantante. Hay un piano empolvado que no ha tocado nadie en viente años, pues el anciano se prometió que se alejaría de la música si ella moría.
Es recurrente ese movimiento en estos cuentos de María Teresa Andruetto: el de alguien que recuerda grandes bloques de vida o pequeños momentos decisivos. En un cuento está reunida una familia de hermanos velando a su madre, a quien ya empiezan a olvidar y tratan de evocarla, como si pudiera desvanecerse en el aire súbitamente; rememoran su carácter, callada pero no sumisa. En otro cuento unos hermanos, que llevan una suerte de relación incestuosa, comparten la cena en la víspera de la muerte de su tercera hermana y allí se instala una atmósfera siniestra de evocación; hay mucho que no se dicen pero reflota: la soltería obligada, el machismo de las mujeres al servicio de los hombres.
Una pareja de amantes cuya relación se trunca debido al apresamiento durante la dictadura y su imposibilidad para recomponerla. Un hijo abandonado por su padre que descubre que este era un boxeador y piloto de carreras, muerto en un accidente. Una emigrante italiana en Argentina que se refugia en el alcohol.
Historias donde la mirada de la escritora busca adentrarse profundo. El libro es un viaje de inmersión en el pasado, en las emociones y en la cotidianidad de las personajes (mayormente mujeres). La autora argentina consolida en No ha mucha gente le gusta esta tranquilidad (2017), en relación a su primer libro de cuentos titulado Cacería (2012), una exploración de la vida de mujeres ligadas al ámbito rural. En Cacería el pasado emergía en cuentos como aquel donde una mujer rememora sus inicios en la prostitución, entre otros. Sin embargo, hay un cuento insular en la obra de Andruetto, de ese primer libro, donde una agencia de mujeres acompañantes “gordas y dispuestas a todo” seducen hombres para drogarlos y luego comérselos (literalmente). Desde luego el ejercicio de la memoria no agota todos los argumentos de la obra cuentística de Andruetto, pese que a retorna constantemente este recurso.
La elección técnica de María Teresa Andruetto desde Cacería, elemento que retoma, es la tercera persona en estilo indirecto libre, es decir, una tercera persona que sobrevuela a poca distancia la acción de los personajes y puede descender (o ascender) a la narración en primera persona. Esto le permite tener una amplia perspectiva. Los cuentos suelen abarcar grandes trechos de vida de una persona o varias.
En suma, son cuentos versátiles y agudos a la hora de narrar quiebres en el alma de los personajes, quienes al mirarlos por dentro nos producen vértigo, porque cada una de esas personas es un abismo al que nos asomamos.
Cristian Camilo Garzón
Nació en Bogotá en 1997. Es estudiante de Licenciatura en Filosofía de la Universidad Pedagógica Nacional. Hace parte del grupo de rap: Amigos imaginarios. Ha publicado ensayos y crónicas en las revistas: Mentekupa, Puesto de combate, LALT, La raíz invertida, Los hermanos Chang; también ha publicado microrrelatos en antologías de la editorial Quarks y en la revista Plesosaurios de Perú. Actualmente codirige la editorial independiente Totuma Libros.



